viernes, 23 de noviembre de 2012

CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA


 El fenómeno comenzó a principios del siglo XX con el control de la radiofrecuencia.
Contaminación electromagnética, un fenómeno moderno
Aunque sea un cliché, voy a citar la famosa frase de El principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”.  Pero no me estoy refiriendo ningún sentimiento, y mucho menos a eso que llamamos amor. Estoy hablando de algo que está continuamente presente en nuestra vida cotidiana, y pasa totalmente desapercibido. Me refiero a la contaminación electromagnética.
El mundo moderno funciona a base de energías, fuerzas, de transmisiones y de intercambios que no podemos ver, como la frecuencia radial, el Wi-Fi, la telefonía celular, etc. Damos por sentado todos estos elementos, pero ignoramos cómo funcionan, y por lo tanto, cómo nos afectan a nosotros y a nuestro medioambiente.
El avance de las nuevas tecnologías, en un período de tiempo relativamente corto, produjo grandes cambios en la humanidad. Debido a la novedad de ciertas invenciones, las consecuencias de su uso a largo plazo no han sido propiamente estudiadas.
Además de convertirse basura electrónica, ciertos dispositivos electrónicos producen electropolución, también conocida como contaminación electromagnética. ¿Pero, que designa este término?
La contaminación electromagnética es la contaminación producida por las radiaciones del espectro electromagnético, generadas por equipos electrónicos u otros elementos producto de la actividad humana.
Esta radiación es una combinación de campos eléctricos y magnéticos, que se propagan a través del espacio transportando energía de un lugar a otro. A diferencia de otros tipos de onda, como el sonido, que necesitan un medio material para propagarse, la radiación electromagnética se puede propagar en el vacío.
Los seres humanos siempre han estado expuestos a la irradiación electromagnética, entendida como la luz del sol, los rayos cósmicos, muchas aves se orientan por el campo magnético de la Tierra para emigrar. Sin embargo, estas radiaciones son naturales. En la actualidad, el fenómeno es artificial y masivo. Tanto en fuentes de emisión (líneas eléctricas, celulares, antenas de telefonía, antenas de WiMAX, Wi-Fi, entre otros artefactos) como en duración y recepción.
El fenómeno comenzó a principios del siglo XX con el control de la radiofrecuencia, lo que propició el inicio de una actividad productiva, en particular la transmisión de sonido (radio) e imágenes (televisión).
Esta problemática se está haciendo visible a través de la telefonía celular, acusada de producir cáncer y tumores cerebrales. Sin embargo, los  principales contribuyentes a la electropolución son los tendidos de alta y media tensión cuyo alcance es variable y  probablemente nocivo para la salud. Sin mencionar, que el equilibrio medioambiental se ve alterado mediante la aparición de campos electrónicos artificiales.
Hay una enfermedad denominada electrosensibilidad, que produce trastornos neurológicos como por ejemplo: insomnio , cefaleas , migrañas , dolores de cabeza, déficit de concentración, trastornos sensitivos, caída de cabello, síndrome de fatiga crónica, nerviosismo, depresión , fibromialgia, déficit de melatonina, Alzheimer, epilepsia, sinusitis , dolores dentales , dolores de mandíbula , entre otros.
Las personas que lo padecen, se ven obligadas a apantallar sus viviendas con materiales específicos que bloqueen el paso de la radiación. A pesar de la gravedad su situación, ésta enfermedad sólo es reconocida como tal en países como Suiza y España.
 El caso de Suiza es paradigmático. Empezó a prestar atención a esta clase de fenómenos a mediados de la década del noventa, luego de que la Universidad de Berna llevó a cabo un estudio para determinar si una antena emplazada en Schwarzenberg podía ser la responsable de los desórdenes de salud que venían afectando a la comunidad local.
 Durante la investigación, hubo un descenso significativo de los síntomas que manifestaban las personas entrevistadas, descenso que duró tres días. Con posterioridad, se supo que durante esos días, la antena había dejado de transmitir. El gobierno suizo ordenó la clausura de la antena inmediatamente y se convirtió en el país de Europa con medidas más restrictivas en lo referente a contaminación electromagnética.  Allí, en el 2009, se aceptó a la electrosensibilidad como causa de baja laboral (invalidez física), y hasta ahora la cifra de afectados asciende a 290.000 personas.
Gracias a que todas las poblaciones del mundo están expuestas, en mayor o menor grado, a estos campos electromagnéticos, la  Organización Mundial de la Salud (OMS) creó el proyecto CEM, cuyo objetivo es “dar una respuesta a las inquietudes que ocasionan los posibles efectos sanitarios de la exposición a los CEM, evaluar las publicaciones científicas y elaborar informes de actualidad sobre los efectos sanitarios, descubrir aspectos insuficientemente conocidos en los que una investigación más a fondo permitiría evaluar mejor los riesgos, alentar la creación de programas de investigación especializados y de alta calidad”.
A pesar de todo, la contaminación electromagnética causa controversias en el ámbito científico. Hay varios estudios que son contradictorios entre sí, y no se llega a un acuerdo sobre la intensidad de este fenómeno sobre la salud y el ambiente. Hay quienes sostienen que es un riesgo todavía latente, y que se intensificará a la par del avance de las tecnologías inalámbricas, otros sostienen que es otra muestra más del miedo de la humanidad hacia lo nuevo.
Aunque las consecuencias a largo plazo todavía están por verse,  nadie puede negar que vivimos sumergidos en un mar de ondas electromagnéticas. La luz solar, las ondas invisibles de la radio, la televisión, el microondas y el Wi-Fi, atraviesan nuestros cuerpos continuamente, todos los días y durante cada segundo, mientras comemos, dormimos, nos bañamos o nos sentamos despreocupadamente frente al televisor.
Por María Sol Olivera
Tomado de envío de Eco 2 site 

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