sábado, 23 de agosto de 2014

FLORA FONG artista cubana


 Flora Fong, la espiritualidad del paisaje En su ejercicio pictórico, trata de descubrir el secreto de la
naturaleza. Flora —ha­ciendo gala a su nombre— crece, se multiplica en flores, árboles y se mueve al compás del viento, porque el aire devenido huracán, ciclón, tifón o simplemente brisa puede verse caminar por entre las líneas, manchas y colores gestuales - Autor: Toni Piñera | Ejemplo de la mujer cubana creadora es la artista Flora Fong. Foto: Archivo
En su ejercicio pictórico, trata de descubrir el secreto de la naturaleza. Flora —ha­ciendo gala a su nombre— crece, se multiplica en flores, árboles y se mueve al compás del viento, porque el aire devenido huracán, ciclón, tifón o simplemente brisa puede verse caminar por entre las líneas, manchas y colores gestuales. O mece, con extraordinaria maestría el agua del mar, los ríos o lagos que riegan sus fértiles superficies. Esos paisajes donde se reúne la esencia con caligrafía oriental, y sentimientos caribeños, llegan en tonos brillantes donde la luz enfoca la creatividad de sus sueños casi reales. Flora Fong busca la expresión inmaterial por medios simples, utilizando solo lo in­dispensable, que a veces pudiera dar la apariencia de un boceto. Algo muy semejante a lo realizado por los pintores del Oriente que le llega también por sus ancestros. Pero ella es caribeña, vive, crea y se inspira aquí. Su más reciente exposición Grabados en el tiempo, abierta en el Centro Provincial de Artes Visuales Eduardo Abela (San An­tonio de los Baños), resulta un instante singular para mirar, en retrospectiva su vida en el arte y regresar a los inicios. Es un recorrido visual de las diferentes etapas de su trabajo artístico: litografías y serigrafías de archivo, y lienzografías más recientes, se dan la mano en la muestra —que anteriormente se exhibió también en Sancti Spí­ritus, en ocasión del aniversario 500 de la ciudad— y constituye un punto alto desde donde voltear la mirada atrás. Flora es feliz al revisar su vida, trabajo, obra. Esa que se transforma, desde las paredes, en sueños multiplicados. Desde visiones de tierra adentro, cafeteras que nos enseñan su actividad de ama de casa y que al mismo tiempo acercan las claves de sus gustos pictóricos (donde figura con cierto acento Acosta León), palmares cuajados de prístina musicalidad, en cierta manera deudores de Carlos Enríquez, manchas casi abstractas que nos evocan la percepción del ciclón tropical desde adentro, festín de complementarios donde puede asomar el vínculo indirecto con los Papalotes que ha construido a partir de los indicadores culturales de China, hasta diversas iconografías de rostros cortados por vigorosas pinceladas. Esas hojas de tabaco agigantadas con la capacidad de darnos también las venas de la geografía insular, enormes frutos que no niegan los referentes de la decoración de la casa cubana, y protagonizan una jugosa aventura pictórica que saca a la luz las ocultas temperaturas de mujer, y esas floraciones suyas de amoroso hedonismo, orquestan un conjunto de temas que concurren, con una fuerza centrífuga posibilitada por la lógica relación entre el magisterio de su técnica y el canto constante de la espontaneidad.
Un día, tuvo necesidad, por su temperamento, de hacer palpable, tanto el aire como la lluvia (el agua), en su obra. Quien se acerca a sus trabajos siente la atmósfera, la humedad, el calor. Se transmite, muy especialmente en esos ambientes de ciclón, con los contrastes de fuerza expresiva. ¿Los Girasoles? La pregunta abre espacios… “No me interesa pintar una flor por una flor. Estudiando un poco la espiritualidad de la pintura china, refiere, y a esos artistas tan laboriosos, vi en esa flor (tan fuerte y que se mueve con el sol) que podía representar lo que quería, desde el punto de vista occidental y oriental”. Hace poco tiempo, las aventuras bidimensionales pasaron al volumen. En este resumen de diferentes etapas incorporó las esculturas de bronce, “ellas me siguen dan­do un pensamiento de renovación conceptual del punto de mira a nuevas propuestas futuras”. Es como la arrancada en un tema. De esta labor comenta que es muy fuerte “me salieron dos hernias haciéndolas”, sonríe. De todas formas ella continúa con nuevas fuerzas por estos senderos. Con total éxito las expuso en el Museo Nacional de Bellas Artes (2008). LA MUJER Flora Fong, es, no hay dudas, un nombre importante de la plástica cubana, desde hace varias décadas donde ha dejado profundas huellas que hasta tocan nuestra nacionalidad. Sin embargo, y es buen momento para reflexionar, no ha obtenido aún el Premio Nacional de Artes Plásticas. Tam­poco lo han ganado otras figuras significativas, entre un grupo de mujeres que han hecho aportes a la plástica. Mirando el listado de los galardonados —todos con un valor indiscutible—, se observa que desde que se instauró el Premio, en 1994, solo una fémina: Rita Longa lo alcanzó. Pero, incluso ese año fue compartido con Agustín Cárdenas (1995), la única vez entregado ex aequo. ¡Es hora ya de pensar en ello! Y, sobre todo, de tener en cuenta a la mujer, porque en este tiempo de Revolución, ella ha tenido los mismos derechos del hombre, y ha trabajado a su lado, de tú a tú. En el arte, mucho más, y en particular, en la plástica, las manos y la creatividad femeninas han dejado una impronta difícil de borrar. Ellas también tienen derecho a recibir ese Premio, se lo merecen. Y no es cuestión de cuotas, de que tiene que haber una mujer en el listado… Ella, por supuesto, no responderá esta pregunta, ni se hace eco. Pero sí habla y recuerda lo que cuesta ser mujer, y artista. Es un punto neurálgico —expresa— porque por más que se esfuerce una mujer, no solo como creadora, siempre hay obstáculos, barreras y realidades que nos hacen tropezar. ¡Tampoco es que seamos tantas! La mujer enfrenta diversos problemas en cualquier espacio, sentencia la artista. Y el día en que se le tenga que hacer un monumento, y a la cubana en específico, no sé de qué tamaño ni cómo va a ser. Porque hay algo cierto: la Revolución ha tenido y tiene, hoy en día, un baluarte y bastión en ella. Eso ha sido a lo largo de toda la historia cubana y sus tradiciones. A veces se olvida. “Tal vez no sea yo la persona indicada para decirlo, pero soy mujer, artista y aquí estoy. Pero pienso en muchas creadoras que lo han demostrado con su labor. Cuando se mira una obra no se le busca sexo. Su valor como artista es lo más importante” TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA 

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