sábado, 26 de diciembre de 2015

CAFÉ CUBANO , SE JUNTAN INVESTIGADORES Y PRODUCTORES

 Oportuno abrazo entre investigadores y productores
A través de la agroecología y demás técnicas implementadas a sugerencia de los especialistas, hoy Genaro logra mejores rendimientos cafetaleros en su finca
Autor: Ángel Freddy Pérez Cabrera
Los cafetales de Genaro se distinguen por su salud, gracias a la buena aplicación de la agroecología. Foto: del autor
VILLA CLARA.— Lo que no pudo lograr el campesino manicaragüense Ge­naro González Beltrán, en más de 20 años de labor trabajando de sol a sol y en medio de grandes carencias de recursos, lo al­canzó en muy poco tiempo, luego de su incorporación al Pro­yecto de Innovación Agropecuaria Local (PIAL).
A través de la agroecología y demás técnicas implementadas a sugerencia de los especialistas, hoy Genaro logra mejores rendimientos cafetaleros en su finca, y fomenta la lombricultura y otras variantes, las cuales disemina entre los labriegos de la zona, quienes reconocen en él al líder natural que abrazó la ciencia para salir adelante.
También el matrimonio compuesto por Mercedes Bernal Alarcón y Reinaldo Cabrera Contreras, da fe de lo que ha significado para la familia su incorporación a PIAL. “Mi marido era tremendo machista, no me dejaba trabajar y quería controlarlo todo. Si salía, se ponía celoso y hasta desconfiaba, sin embargo, cuando nos vinculamos al proyecto, comenzaron a abrirse las entendederas, no solo las mías. Hoy todo funciona diferente. Aquí se acabó la sumisión para siempre”, dice sonriente la dama.
Y como ellos, suman miles los labriegos residentes en las montañas y diversas zonas de la geografía nacional, que han recibido los beneficios de esa iniciativa.
PIAL Y SUS PROPÓSITOS
En esencia, PIAL es un sistema que a nivel local propicia la interrelación entre quienes intervienen en el funcionamiento de las cadenas agroalimentarias, posibilitando la participación de los investigadores en la solución de las necesidades concretas de los productores de alimentos.
A través de esa vía, también logra aprovecharse el saber existente en cada territorio, lo cual facilita el acceso a las experiencias atesoradas por los residentes en cada zona, de las universidades y de los centros de investigación, en un vínculo que estimula la diversificación y el incremento de la producción de forma sostenible, favoreciendo así el trabajo de los gobiernos locales.
Su objetivo es promover un sistema de innovación que reconozca e incorpore a los productores en la generación de beneficios económicos, sociales y ambientales, además de fomentar la agrodiversidad, la igualdad de género y la aplicación de los últimos adelantos de la ciencia y la técnica, entre otros fines.
La experiencia, que ya tiene más de diez años, se desarrolla en varias provincias cubanas y constituye uno de los programas más importantes y útiles de la agricultura cubana actual, el cual es rectorado por el Ministerio de Educación Superior y coordinado por el Instituto Nacional de Ciencias Agro­pe­cua­rias (INCA).
De acuerdo con las precisiones del doctor en Ciencias Luis An­tonio Barranco Olivera, coordinador de PIAL en Villa Clara, quien también se desempeña como vicerrector de investigaciones, informatización y postgrados en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV), en la actualidad el proyecto tiene presencia de forma positiva en 45 municipios de diez provincias del país: Hol­guín, Las Tunas, Granma, Sancti Spíritus, Villa Clara, Cien­fue­gos, Ma­tanzas, Artemisa, Mayabeque y Pinar del Río.
Añadió que al propósito están vinculados más de 50 000 campesinos y 12 instituciones científicas, entre las que figuran, además de la Marta Abreu, la Universidad de Pinar del Río (Facultad de Montaña de San Andrés); la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, en Matanzas; las universidades de Cien­fue­gos, Sancti Spíritus, Las Tunas; y el Instituto de In­vestigaciones Jor­ge Dimitrov, de Granma.
Respecto a la vida del proyecto, el doctor en Ciencias Raciel Lima Orozco, director del Centro de Investigaciones Agro­pe­cuarias de la UCLV, explica que ha transitado por varias fases, una primera comprendida entre el 2001 y el 2006, a través de la cual se propició la introducción del concepto de mejoramiento participativo de las semillas.
En ese sentido, fueron desarrolladas las primeras ferias de diversidad genética en Holguín y Villa Clara, fortaleciéndose todo un movimiento de agricultores interesados en la selección y diseminación de simientes, dijo el especialista.
Ya en la segunda etapa, que abarcó hasta el 2011, PIAL se propuso expandir la idea de la selección y desarrollo participativo de tecnologías, sumándose a la experiencia otras instituciones de la nación encargadas de promover alternativas para la producción y distribución de alimentos sobre bases agroecológicas, orientado igualmente a las relaciones de equidad de género, señala Lima Orozco.
En un tercer momento, extendido hasta la actualidad, se ha contribuido a la implementación de las buenas prácticas aportadas por el sistema de innovación local a partir de la capacitación y el aprendizaje, en cuyas tareas los grupos de innovación agropecuaria locales desempeñan un rol decisivo, así como las mujeres de las comunidades rurales, quienes participan y se benefician de manera prioritaria.
En el caso de Villa Clara, uno de los primeros escenarios donde quedó implementado el proyecto, luego de Pinar del Río, el doctor Raciel Lima, explica que es coordinado por la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UCLV y tiene su accionar en los municipios de Manicaragua, Santa Clara, Santo Domingo, Cifuentes, Camajuaní y Placetas.
Añade, que lo más distintivo de la iniciativa aquí es el proceso de interacción directa entre la academia y el campesino respecto a la experimentación agrícola. Ello presupone la su­matoria permanente de personas a partir de potenciar líderes locales que socialicen las buenas prácticas agrícolas y de otra índole.
Entre las vertientes fundamentales de labor, figuran la adaptación y mitigación al cambio climático, el trabajo con jóvenes, la diversidad genética y tecnológica, y la transversalización de género, según el académico.
En consonancia con dichas líneas de acción, Villa Clara se muestra como un territorio peculiar, a partir de la integración lograda entre las ciencias agropecuarias y otras como la So­cio­logía, la Comunicación y el Turismo, cuyos estudiantes y profesores también están insertados en el PIAL para dinamizar los pro­cesos en pasantías o convivencias en las comunidades.
Como principales resultados, Lima Orozco menciona el he­cho de que más de 80 000 productores en el país han recibido diversidad genética de plantas y animales, se han creado 95 bancos locales de semillas, y municipios como Báguano, en Hol­guín, logran autoabastecerse de simientes de frijol.
Refiere asimismo, que en el caso de los productores vinculados al proyecto, se produjo un notable incremento en la producción de granos, con excelentes rendimientos agrícolas; lo­grándose además fomentar la avicultura familiar.

Otro logro incuestionable de PIAL es la proliferación de pe­queñas agroindustrias familiares, a la vez que la introducción del tema de la equidad de género hizo posibles importantes aportes al bienestar familiar y comunitario, destaca el especialista. TOMADO D E LA GRANMA DE CUBA 

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