miércoles, 22 de junio de 2011

NIÑOS usados por el narcotrafico

 La droga tiene cara de niños
 Adolfo Valenzuela
En algunas partes los llaman “los desechables”, como si fueran objetos. México, Colombia y Brasil los conocen perfectamente.
Muchos se hacen de la vista gorda sobre la nueva arma.
Son niños que pueden escapar de la justicia con facilidad, porque su edad no permite que sean juzgados apropiadamente.
Pero no son los niños comunes que se conocen en las sociedades.
Usualmente vienen de hogares “rotos”, sin esperanza, sin escuela, pero con necesidades amplias que cubrir que sus contratantes están dispuestos a pagar, y cuando ya no son necesarios, les aplican las mismas reglas que les enseñaron a aplicar a los demás.
En una publicación del diario español El Mundo, se describe apropiadamente el proceso de reclutamiento: “Los sicarios localizan una población vulnerable, una familia pobre y se acercan al niño a la niña. Les ofrecen regalos inalcanzables para ellos, como ropa de marca o teléfonos móviles.
Después, les llevan a algunas de sus fiestas. Y cuando ya se han ganado su confianza, les dan a elegir entre trabajar para el cártel o ver morir a sus familias.
‘La media de edad es de 13 años’, revela Juan Martín Pérez García. “A los chicos les ponen a hacer primero de ‘halcones’ (informantes) y a las chicas, tras hacerles creer que son sus novias, las dedican a la explotación sexual”.
¿Suena cruel? Falta la peor parte. En México son alrededor de 30 mil menores relacionados con la delincuencia común, de acuerdo con un informe de la Red de Protección de la Infancia mexicana.
Entre los delitos que realizan, se encuentran el tráfico de drogas, secuestros, extorsiones, contrabando, torturas, piratería, corrupción y asesinatos tan crueles como el degollamiento de personas, o dejar cuerpos acéfalos.
La realidad es que se desconoce la cifra exacta de quienes están “trabajando”, porque mientras unos ingresan por voluntad propia, la mayoría es forzada al oficio del sicariato.
Los expertos estiman que los chicos son “víctimas del sistema, del vacío oficial, de la inexistencia de instituciones que protejan a los menores... porque no hay nadie que se preocupe cuando el niño empieza a faltar al colegio o cuando deja de ver a su familia, no existe programa alguno para ofrecerles una alternativa de futuro y para los narcotraficantes encontrar niños vulnerables es muy fácil en un país donde según acaba de confirmar un informe, uno de cada cuatro menores vive en la pobreza”.
Pobreza y desesperanza son dos palabras claves que se repiten para justificar las acciones de los menores.
“En Ciudad Juárez les pagan unos 1,000 dólares al mes. En Morelos les ofrecen entre 2,000 y 2,500 dólares por asesinato”.
Y supuestamente los Zetas a las chicas sólo les ofrecen entre 432 a 720 dólares al mes.
A este ritmo, no hay Estado que pueda superar la oferta y entre las reacciones se encuentran rebajar la edad en que un menor pueda ser considerado “legalmente adulto” y el endurecimiento de las penalidades.
¿Sería esto suficiente para neutralizar los efectos de la oferta? Obviamente, no. Según el artículo de El Mundo, “El Ponchis”, fue detenido a los 14 años en diciembre pasado. En su declaración dijo que había sido secuestrado por los narcotraficantes y que con apenas 11 años empezó a prestar servicios bajo amenazas de muerte y a través de la droga que consumía. Para cuando fue enviado a prisión, ya había degollado a cuatro personas.
Tomado de Listin Diario de Rep. Dominicana

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