domingo, 20 de noviembre de 2011

AGUA PARA NICARAGUA

Estamos en la comunidad de El Carmen, en Matiguás, a seis horas de Managua. Aquí las mujeres ya no van a buscar el agua cuesta arriba y cuesta abajo. Y la pequeña Sharon se baña sin problemas para ir a la escuela. Del cerro Quirragua les llega hasta el hogar. Para lograrlo, abrieron zanjas por más de seis kilómetros para instalar tubos que la llevan al tanque, desde donde va a las viviendas.
"Esto nos cambió la vida", es la opinión generalizada de las mujeres, ya que "el acarreo del agua" gramaticalmente tiene género masculino, pero al asignar las funciones en el hogar, es femenino. Inclusive, los hombres hacían bromas: aquí las mujeres tienen las piernas duras de tanto subir y bajar con el agua, decían entre risas.
Primero, identifican la fuente superficial en una altura, luego presentan la solicitud a "Agua Para La Vida". Los técnicos visitan el terreno para comprobar si el agua es suficiente y si reúne las condiciones sanitarias. Después mandan el proyecto a los miembros fundadores, quienes buscan financiamiento. Una vez aprobado, comienza la ejecución. 
El manantial es debidamente preparado para la captación y evitar la contaminación. Por tuberías subterráneas y aéreas, según la topografía, el agua llega al tanque, situado también en altura, para que pueda bajar, pues el sistema es por gravedad. Instalan un puesto en cada casa, con su medidor, para evitar el derroche, y porque sólo una parte del agua va por las tuberías, el resto sigue su cauce natural.
El día de inauguración es de fiesta, pues han llevado agua para la vida, y hasta las relaciones sociales se han ampliado. ¿Y qué harían si se seca el cerro?, pregunté. Sergio, el tesorero del CAPS, se rió a carcajadas, "qué va, ese cerro no se seca, si tira agua por todos lados". ¿Y la deforestación? "No, ahí nadie se mete, porque la comunidad está vigilando".
Pero no es sólo el acceso al agua. Significa mantenimiento de la cuenca, saneamiento, administración; por eso capacitan en liderazgo, contabilidad, reparación del sistema, reforestación, género, letrinas, residuos, salud e higiene familiar y de los alimentos.
El trabajo requiere de técnicos que no había en Nicaragua, entonces fundaron la Escuela. Cada dos años se gradúan ocho jóvenes en Diseño y Manejo de Sistemas de Abastecimiento de Agua y Saneamiento Rural. Y así, dan la oportunidad a jóvenes campesinos para continuar estudiando después del bachillerato. Como dice Jaime, director técnico y uno de los egresados, "sin esa oportunidad posiblemente estuviera ordeñando, mientras ahora tengo este trabajo, nos ha permitido entrar a la tecnología, y un abanico de oportunidades." Y como la demanda crece, aumentaron la matrícula a doce. La idea surgió en 1987, cuando Gilles Corcos, profesor francés de Mecánica de los Fluidos, en la Universidad de Berkeley, y Charlie Huizenga realizaron su primera visita a Nicaragua, en un proyecto de viviendas, y la gente pidió agua. Entonces, en 1988 construyeron un sistema para la cooperativa de San Cayetano, en San Dionisio. Nace así la idea de llevar agua por gravedad a comunidades rurales de Nicaragua. Ahora también realizan la captación abierta y pronto utilizarán fuentes subterráneas, para lo cual buscan fondos y capacitación.
El trabajo se ha concretado en esta ONG, bautizada con las brisas del cerro Musún, como "Agua Para La Vida", que desde una pequeña oficina prestada por la Alcaldía de Río Blanco, junto con comunidades rurales del Norte de Nicaragua, en 25 años ha realizado 72 proyectos y beneficiado a más de 20 mil personas. Su visión es seguir "hasta que toda Nicaragua tenga agua".
Para el financiamiento de los proyectos existe una junta en Estados Unidos y otra en Francia, que buscan fondos. También trabajan con fundaciones y algunas embajadas (Japón, Holanda, Francia). Y esperan tener más donantes, incluyendo de Nicaragua. Además, han conformado el grupo Amigos de Agua para la Vida, para capacitaciones y apoyo técnico.
Al conocer esta iniciativa, a las personas que ahí trabajan y el entusiasmo de los beneficiados, me quedé pensando: qué poco damos a veces y cuánto nos quejamos, en vez de agradecer por lo que tenemos y trabajar para cambiar nuestras condiciones, que no dependen sólo del aumento de la producción y los ingresos del país, sino de que el desarrollo surja desde la gente, desde sus propias necesidades y capacidades, y que tengan acceso a esos ingresos.
También pensé cómo los cooperantes dejan comodidades y familia. "A mí me gusta mucho la Escuela. Me gusta ver cómo estos muchachos van cambiando", dice Cecilia, joven francesa que quiere quedarse dos años más; para, con la experiencia adquirida, hacer una mejor labor.
Y a veces hacen trabajos un tanto riesgosos, como Denis, que a pesar de estar mal de salud, condujo la camioneta que nos llevó como en una montaña rusa, por curvas, bajadas y subidas empedradas, donde sólo se escucha el murmullo del agua, interrumpido por grillos que cantan y cantan. Quisiera saber para qué tanta insistencia. ¿Serán vigilantes del Quirragua?
Al regreso, desde la carretera, diviso algunos bosques hechos leña. Entonces pienso en el entusiasmo de los pobladores de El Carmen y me acuerdo de los hijos de la pequeña Sharon...
El Nuevo Diario
Doraldina Zeledón Úbeda | Opinión
enviado por la red de Prensa ambiente

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