jueves, 20 de diciembre de 2012

MOVIMIENTO SOCIAL nuevo en Uruguay


URUGUAY: UN NUEVO MOVIMIENTO SOCIAL
 La irrupción de proyectos de minería metalífera a cielo abierto en gran
 escala en un país de economía agropastoril, donde no existen yacimientos de
 gran concentración ni de grandes volúmenes y donde los impactos sociales y
 ambientales de la actividad extractiva serían de gran magnitud, ha generado
 un movimiento social de resistencia sin precedentes en Uruguay, en el que se
 está desarrollando un nuevo concepto de ciudadanía.
 por Víctor L. Bacchetta
 Según fuentes oficiales, a mediados de 2011 estaban solicitados 3,5 millones
 de hectáreas para actividades de prospección y exploración de minerales, con
 intenciones de desarrollar explotaciones a cielo abierto de hierro y oro. Si
 le agregamos la ocupación, en las dos décadas anteriores, de dos millones de
 hectáreas por monocultivos forestales y de soja en gran escala -con
 perspectivas de crecer aún más-, es más de un tercio de la superficie del
 Uruguay, que en casi su totalidad es apta para la actividad agropecuaria.
Esta nueva realidad, coincidente con un proceso de concentración y
 extranjerización de la propiedad de la tierra sin precedentes, ha sido
 explicada por los gobiernos del Frente Amplio como una política de
 diversificación productiva y de mayor industrialización del país. Sin
 embargo, en territorio nacional los proyectos no van más allá de la
 producción de materias primas tales como madera y celulosa, mineral de
 hierro y lingotes de oro, con vistas a abastecer los enclaves industriales
 que dominan la economía mundial.
La reprimarización de la economía -que también se expresa en la exportación
 del ganado en pie, del trigo y el arroz-, es una ampliación del papel
 tradicional de proveedor de materias primas asignado a la periferia por los
 países capitalistas centrales. En América Latina, este patrón de desarrollo
 se lo denomina "modelo extractivista", caracterizado por el saqueo y
 depredación en gran escala de los recursos naturales. En Uruguay se explota
 la fertilidad natural de la tierra y la prodigalidad del agua, sumándole
 ahora minerales.
En los últimos años, el fuerte crecimiento de las economías asiáticas, China
 en especial, y la especulación financiera desatada en torno a las materias
 primas ha trastocado en especial el mercado de los metales que registraron
 un gran salto en los precios en 2008, a partir de las crisis financieras de
 España y Estados Unidos. En tres años, el valor de la tonelada de hierro se
 multiplicó por cinco y esto explica por qué los yacimientos uruguayos del
 metal, que nunca fueron explotados, hoy pueden estar siendo apetecidos.
Las reservas más estudiadas en el subsuelo uruguayo son el hierro, sobre
 todo la zona de Valentines, en el centro, y de Zapucay, en el noreste, y el
 oro que se encuentra en varios departamentos. Son yacimientos pequeños y
 pobres en concentración -el hierro al 28% y el oro de 1 a 1,9 gramos por
 tonelada-, pero la coyuntura especulativa internacional los ha vuelto
 rentables. A lo anterior se suman los contratos firmados por Ancap para la
 posible extracción de hidrocarburos no convencionales en el noroeste del
 país.
Al tratarse de yacimientos pequeños y pobres, los inversores extranjeros que
 llegan al país procuran una explotación en gran escala y rápida, como el
 caso más notorio de Aratirí que propone hacerlo en 12 años, para aprovechar
 los altos precios del mercado internacional. Por la misma razón, este
 proyecto está asociado a la construcción de un mineroducto y un puerto de
 aguas profundas en la costa oceánica, para facilitar el transporte del
 hierro hacia los países de destino con los mayores buques fabricados en la
 actualidad.
Impacto de megaproyectos
 La presente coyuntura del mercado internacional generó también un auge de
 las inversiones mineras en otros países del continente, como Chile, Bolivia
 y Perú, que detentan grandes reservas de minerales y una larga tradición de
 explotación minera. Aunque en estos casos las minas se localizan mayormente
 en la Cordillera de los Andes, en zonas desérticas o semidesérticas, por ser
 operaciones a cielo abierto en gran escala, los impactos ambientales y
 sociales han generado fuertes movimientos populares de resistencia.
Con el avance de los megaproyectos (se los denomina así porque manejan
 cifras millonarias de inversión y de producción), las comunidades se ven
 obligadas a defender sus medios de subsistencia al ver amenazadas el agua y
 la tierra de las cuales dependen. El fenómeno ha ido en aumento en toda la
 región y, a través de asambleas, marchas, plebiscitos y otras formas de
 participación y de acción, expresan un movimiento de base territorial, como
 los proyectos, y de gran diversidad social, como son las poblaciones
 afectadas.
Uruguay nunca tuvo grandes explotaciones mineras y, por tanto, no conoció un
 movimiento social en correspondencia con esa problemática hasta la llegada
 de la empresa trasnacional Zamin Ferrous -que denominó Aratirí a la filial
 en el país-, con su proyecto de extracción de hierro a cielo abierto en gran
 escala del yacimiento de Valentines. Al entrar en la etapa de exploración
 surgieron los primeros conflictos con productores familiares que han vivido
 por generaciones en una amplia zona de pequeños y medianos predios rurales.
El conflicto fue creciendo y se sumaron poblaciones de los balnearios de la
 costa rochense, que se sintieron a su vez amenazadas por el mineroducto y el
 puerto de aguas profundas proyectados para transportar los minerales al
 exterior. A comienzos de 2011, productores rurales, residentes de la costa,
 organizaciones sociales y ciudadanos de otras localidades constituyeron el
 Movimiento por un Uruguay Sustentable (Movus) con el fin de informarse,
 informar y movilizar a la opinión pública contra los proyectos planteados.
El acceso a la información fue una necesidad esencial del movimiento al
 verificar que, tanto la empresa como miembros del gobierno, no brindaban
 datos fieles sobre las características y las consecuencias del proyecto. Es
 más, la estrategia de Aratirí para obtener la aprobación de la población ha
 sido ofrecer al público una versión edulcorada de su propuesta, diferente a
 la presentada ante los organismos del estado, y explotar la división de la
 comunidad entre los productores en conflicto y los trabajadores contratados
 por la minera.
Con el aporte de profesionales y académicos de distintas disciplinas, se
 comprobó que la propuesta sería el simple saqueo de un recurso no renovable
 del país con graves secuelas de depredación ambiental. El mineral sería
 exportado en bruto y, por el ritmo y el volumen de la extracción, provocaría
 la destrucción de una amplia zona del territorio nacional. En aras de un
 mero negocio coyuntural, muy lucrativo sin duda para la empresa
 trasnacional, estaríamos hipotecando un ecosistema productivo de duración
 ilimitada.
Una movilización nacional
 A medida que se fue difundiendo la información y el análisis crítico del
 proyecto, por medio de charlas en pequeños grupos y volanteadas en lugares
 públicos -a comienzos de 2011, la prensa no informaba sobre la propuesta de
 Aratirí-, sectores de la sociedad inicialmente no afectados por el conflicto
 percibieron que era una cuestión de interés nacional y se sumaron a la
 movilización. De esta manera se gestó la primera Marcha Nacional en Defensa
 de la Tierra y los Bienes Naturales, realizada el 13 de mayo de 2011 en
 Montevideo.
Organizaron esta marcha, además de productores y vecinos de Cerro Chato,
 Valentines y la costa oceánica, el Colectivo de Organizaciones Sociales de
 Lucha por la Tierra y la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA).
 En la proclama leída al final de la marcha se rechazó el proyecto minero de
 Aratirí y se reclamó el derecho de los productores y sus familias a seguir
 trabajando su tierra, la entrega de tierras al que quiera trabajarla y la
 preservación y desarrollo del potencial turístico del departamento de Rocha.
 En la segunda Marcha Nacional, el 12 de octubre de 2011, que recorrió desde
 el Obelisco hasta el Palacio Legislativo, se sumaron nuevos agrupamientos
 tales como la Mesa Representativa de productores y vecinos de la Ruta 7, de
 Vichadero, de la 5a. sección de Treinta y Tres, de Caraguatá y de Sarandí
 Grande, la Unión de Clasificadores de Residuos Urbanos Sólidos (UCRUS), el
 Consejo de la Nación Charrúa (CONACHA), Adeom de Tacuarembó y la recién
 constituida Confederación de Pueblos Costeros (CPC).
La proclama de esta marcha plantea tres exigencias identificativas del
 movimiento: 1) que detengan la entrega de la tierra y los bienes naturales
 del país a la inversión extranjera que saquea nuestras riquezas; 2) consulta
 previa a las comunidades afectadas por los proyectos de inversión que
 interfieren en sus actividades productivas y sus formas de vivir; y 3) que
 sea informada y consultada ampliamente toda la ciudadanía sobre las
 decisiones que involucren cambios sustanciales del modelo y la matriz
 productiva del país.
 Es un movimiento social sin precedentes en el Uruguay. Ya la primera marcha
 mostró ese carácter multifacético, tanto por el ancho espectro social y
 generacional como por las formas de expresión de la protesta, que se reiteró
 en la segunda marcha del 12 de octubre de 2011 y que en la tercera marcha,
 el 11 de octubre de este año, con una presencia multiplicada de
 organizaciones convocantes y de gente, conmovió a la principal avenida de la
 capital. Esta vez, prácticamente ningún medio de comunicación se omitió de
 informar.
La tercera Marcha Nacional fue convocada por más de 30 organizaciones de
 productores y trabajadores rurales de Artigas, Canelones, Cerro Largo,
 Durazno, Florida, Rivera, Lavalleja, Rocha, San José, Tacuarembó, Treinta y
 Tres, Maldonado, Colonia; vecinos de La Paloma, La Pedrera, Coronilla,
 Valizas, Aguas Dulces, Cabo Polonio, La Esmeralda, Punta del Diablo, Chuy,
 Aiguá, Ciudad de la Costa, Atlántida, Oeste de Montevideo, pueblos
 originarios; trabajadores, estudiantes, profesionales y jubilados.
 Hasta el presente, con la excepción de los trabajadores de OSE, que
 impulsaron la reforma constitucional del agua, la participación de gremios
 estudiantiles y obreros ha sido escasa. Influidos por la posición del
 gobierno, estos sectores confunden la agroindustria y la minería con una
 modernización y diversificación productiva. Sin embargo, la depredación
 ambiental es parte integral de la rentabilidad de esas empresas y, en lo
 social, concentran más la propiedad de la tierra y utilizan menos mano de
 obra que el viejo latifundio.
Otra idea de participación
 Pero las marchas representan solo la punta del iceberg en la conformación
 del movimiento en defensa de la tierra y los bienes naturales, porque la
 movilización va mucho más allá de las personas que pueden trasladarse,
 máxime con sus caballos, desde el interior a la capital para participar en
 una manifestación. En las zonas más afectadas se desarrollan acciones
 cívicas que, apoyándose en el marco legal, buscan hacerse escuchar de otra
 manera, en la medida que las autoridades no muestran voluntad de atender los
 reclamos,
 El martes 13 de marzo de 2012, un grupo de ciudadanos de Treinta y Tres
 anunció el envío de una carta al presidente Mujica, respaldada por 1.718
 firmas, en la que le solicitaban una audiencia para hablar sobre
 megaminería. No recibieron ninguna respuesta. El mismo grupo inició, el 12
 de setiembre, otra recolección de firmas, para entregar ahora al Intendente,
 a la Junta y a los diputados del departamento, para que adopten una
 ordenanza que prohíba la instalación de megaproyectos extractivos en el
 territorio de Treinta y Tres.
Paralelamente, en Lavalleja, se presentó a la Junta Departamental una
 petición apoyada por 400 firmas para que aprueben una ordenanza que prohíba
 la extracción de metales a cielo abierto. Hay unos 4.000 padrones con
 pedimentos de minería, que representan el 45% de la superficie del
 departamento. La propuesta elevada a la Junta se fundamenta en el Artículo
 47 de la Constitución, la ley 17.234 del 22 de febrero de 2000, la ley
 17.283 del 28 de diciembre de 2000 y la Ley de Ordenamiento Territorial del
 18 de junio de 2008.
 En su sesión del 10 de octubre, la Junta de Lavalleja rechazó el petitorio
 por una mayoría de 18 contra 11 votos. Inmediatamente, los ciudadanos que
 habían acompañado la discusión, se reunieron en las afueras del local y
 anunciaron que iniciarán la recolección de las firmas requeridas para
 convocar a un referéndum departamental. La misma opción han anticipado que
 adoptarán los ciudadanos de Treinta y Tres si se rechaza su petición. En
 Rivera, Cerro Largo y Rocha existe similar inquietud y se evalúan
 iniciativas semejantes.
A su vez, el grupo Tacuarembó por la Vida y el Agua inició, el 18 de
 octubre, la recolección de firmas con vistas a un plebiscito que prohíba la
 minería metalífera a cielo abierto en ese departamento. Quince días después
 iban recogidas 3.500 de las 15.000 que se proponen alcanzar. El grupo a
 cargo de la iniciativa en Tacuarembó está constituido por periodistas y
 comunicadores, productores rurales, empresarios, trabajadores,
 representantes sindicales, ediles de todos los partidos, autoridades
 eclesiásticas y vecinos en general.
Es difícil prever el desenlace de este proceso, pero las dimensiones que ha
 alcanzado son indicativas de la existencia de una nueva preocupación de la
 población por el carácter y las consecuencias de esas propuestas de
 desarrollo de alto impacto social y ambiental y de dudoso beneficio para el
 país. Y parece estar emergiendo una nueva idea de participación, donde no
 alcanza con elegir cada cuatro años y dejar que otros decidan, sino que la
 gente quiere estar informada y decidir en los proyectos de desarrollo que la
 afectan.
Enviado en red Prensa 

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