domingo, 23 de junio de 2013

SECUESTRO DE NIÑOS un horror

 Derechos Humanos
Children, great victims of kidnapping
Los niños, grandes víctimas del secuestro
Al niño lo acompaña un miedo permanente pero a la vez cree que pronto regresará con sus padres. Sicólogos del Icbf hablan sobre cómo afrontar un secuestro.
 Foto: Archivo El Mundo
El 92 % de los al menos 39.058 secuestros ocurridos en Colombia en los últimos 40 años están impunes.
 En 40 años, 3.169 niños fueron secuestrados en Colombia, según el estudio  ‘Una Verdad Secuestrada’ que realizó el Centro Nacional de Memoria Histórica en el que se reveló que casi 40.000 víctimas de secuestro se registraron en  el país entre 1970 y 2010.
El estudio revela que las redes de delincuencia son las que más secuestran  menores de edad en el país, la mayoría son extorsivos.
 Adriana González Maxcyclak, directora (e) del Icbf, asegura que el Instituto trabaja en la reparación, los proyectos de vida y la reconstrucción de los sueños de los niños víctimas del secuestro, un fenómeno que trae traumas sicológicos tanto para las víctimas como para sus familias. 
 La directora y su equipo de expertos explican  que la forma de reaccionar ante un secuestro depende mucho de las características individuales y familiares, de las estrategias, recursos y potencialidades que tienen las personas que lo afrontan. Aunque  hay algunas reacciones, emociones y comportamientos que son comunes.
 Crisis inicial 
 En los primeros momentos de la crisis inicial aparecen diferentes reacciones y emociones tanto en la familia como en la víctima:
 En la familia, detallan los expertos, hay angustia, incertidumbre, impotencia, dolor, confusión y desespero.
 En algunos casos, los padres de la víctima se unen para buscar el pronto regreso de su ser querido. Sin embargo, en otros hay distanciamiento en las relaciones que podrían romper vínculos afectivos creados y el manejo de la situación se torna aun más complicada.
 De acuerdo con los sicólogos del Icbf, los miembros de la familia pueden tener reacciones muy variadas, según sus temperamentos. Algunos logran expresar sus sentimientos de manera abierta y desaforada. Otros se silencian y no manifiestan sus emociones, se reprimen o se niegan a aceptar la realidad.
 Se entremezclan sentimientos de angustia y temor por la vida y el bienestar  del ser querido pero al mismo tiempo hay rabia, impotencia, incertidumbre, zozobra, culpa, tristeza, desconcierto, abandono, pérdida y esperanza.
 En el niño víctima
 Los sicólogos explican que la primera reacción es de desconcierto, temor  y confusión.  “El encontrarse con personas extrañas lo hace vivir sentimientos de angustia incontrolable que se manifiesta en llanto y temor permanente de no sentirse protegido por sus seres queridos”, indican.
 Al niño lo acompaña un miedo permanente pero a la vez cree que pronto regresará con sus padres. Asimismo piensa que fue por su mal comportamiento que sus padres lo abandonaron o regalaron, por lo que se sienten culpables de su mala conducta.
 Pueden aparecer la pérdida del apetito, enfermedades de la piel y las vías respiratorias.
 Con el transcurrir de los días, el niño se apega a su cuidador, buscando protección permanente y como forma de evitar el miedo que le causa estar lejos de sus seres queridos.
 Una vez los niños regresan a sus hogares después de un acuerdo o captura de los responsables del secuestro, el niño debe recibir ayuda sicológica.
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Recomendaciones
La intervención psicológica durante el secuestro atiende la crisis y busca un espacio con la familia donde puedan expresar sus sentimientos y organizar sus ideas para que su familiar regrese.
 Hay que denunciar el secuestro ante las autoridades, en caso de no haberlo hecho, buscar la asesoría de expertos en el tema e informarse sobre las leyes que existen.
 Los miembros de la familia deben recibir acompañamiento psicológico para que organicen sus ideas y manifiesten sus sentimientos. También para que acepten la realidad.
 No buscar culpables dentro de la familia y movilizar recursos para salir adelante de la situación y mantener la cohesión familiar, los roles deben ser flexibles.
Cuando el niño regresa es necesario:
Que reciba un tratamiento psicológico  por expertos para la resignificación de la experiencia traumática. Asimismo, intervención familiar para preparar a los padres sobre los posibles cambios en el comportamiento del niño.
 Intervenir el entorno escolar, porque es el medio en que pasan la mayor parte  del tiempo con el fin de brindar asesoría en los posibles cambios de comportamiento que puede tener: temor, inseguridad, nervios y angustia.

TOMADO DE EL MUNDO DE COLOMBIA 

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