domingo, 23 de febrero de 2014

PLAYAS DEL PACIFICO NICARAGÜENSE


 Paraísos ocultos entre olas y arenas
En el Pacífico de Nicaragua se encuentran varias de las mejores playas del mundo para surfear. Tanto es así, que en esta zona se han realizado varios campeonatos mundiales de este deporte acuático. Pero también, cerca de estas concurridas playas, semiocultas a la vista de los turistas, existen pequeñas bahías con costas de finas arenas blancas y grises donde reina la tranquilidad y el ambiente es propicio para el descanso, la relajación y el disfrute de los atardeceres en compañía de los seres queridos
Por Orlando Valenzuela | En el Pacífico de Nicaragua se encuentran varias de las mejores playas del mundo para surfear. Tanto es así, que en esta zona se han realizado varios campeonatos mundiales de este deporte acuático. Pero también, cerca de estas concurridas playas, semiocultas a la vista de los turistas, existen pequeñas bahías con costas de finas arenas blancas y grises donde reina la tranquilidad y el ambiente es propicio para el descanso, la relajación y el disfrute de los atardeceres en compañía de los seres queridos.
Son playas que tienen su propio encanto en el entorno natural que las rodea, donde los riscos, barrancos y peñascos bordean sus costados en algunas y los maderos, ceibos, mangos y palmeras, en otras; además de una exótica, pero rala vida animal silvestre debido a la invasión de su hábitat por tantos proyectos turísticos y habitacionales en la zona.
El destino perfecto
En estas playas, la mayoría de sus habitantes son ciudadanos nicaragüenses y extranjeros que encontraron en estos parajes el lugar ideal para construir su casa de verano o su residencia junto al mar, alejados del ruido y de las multitudes que siguen la ola del surf. Algunos han realizado inversiones y construido pequeños hostales para alojar a visitantes que esporádicamente llegan en busca de paz y esparcimiento.
Además de atender la creciente demanda de los visitantes, estos albergues también dan trabajo a pobladores locales en varios oficios, como cocineras, bármanes, camareras, meseras y otros. De igual forma, se benefician los pescadores artesanales que, desde tempranas horas de la madrugada, sacan ricos manjares del mar que luego son vendidos a hoteles, restaurantes y comedores vecinos a sus comunidades.
En algunos casos, estas playas están dentro del límite de una propiedad privada, pero tienen acceso a la costa mediante caminos paralelos para la población. En la mayoría de los casos, las playas tienen irrestricto acceso y buenos caminos que permiten la entrada en vehículos particulares y colectivos.
A veces el uso y popularidad de la playa está relacionado con la calidad de las olas, ya que las zonas donde los vientos son benignos para formar buenos tumbos por lo general siempre están concurridas por jóvenes
practicantes del surf y otros deportes extremos, mientras que donde los vientos son calmos y las olas serenas casi siempre son sitios escogidos por personas a las que les gusta disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad.
Aguas cristalinas
Marsella es una extensa playa de más de medio kilómetro de extensión, encerrada en una poco pronunciada bahía de aguas frescas y cristalinas, con una pequeña isla rocosa en forma de sombrero a unos trescientos metros de la costa. Está ubicada a solo ocho kilómetros al norte de San Juan del Sur y tiene como vecina a playa Majagual.
Su ribera, de finísimas arenas, es la materia prima de niños constructores de castillos y figuras imaginarias, así como la “cancha” natural de jugadores de voleibol de playa y el lugar predilecto para tomar el sol, meditar, leer un buen libro o simplemente para compartir en compañía de la familia o los amigos.
Espectáculo natural
En la parte izquierda de la playa existen peñascos desde donde se puede observar toda la bahía y además utilizar el lugar para un pic-nic, pescar con anzuelo o con arpón una gran variedad de peces y crustáceos que se esconden entre las rocas.
Daniel de Jesús Pérez y Enrique Jiménez aprovechan algunos momentos de la mañana para capturar con su arpón, lenguados y perros de agua, peces muy apetecidos y abundantes en las aguas de baja profundidad.
Nos cuenta Daniel de Jesús que durante los meses de febrero y marzo en esta playa se produce un fenómeno muy curioso, pues en horas de la mañana, cuando el agua está más fría, los peces que vienen buscando aguas tibias nadan junto a la ola y cuando esta llega a la playa y regresa el agua al mar, en la costa quedan saltando miles de sardinas, peces sapo, jaibas, culebras y hasta camarones, los que constituyen un gran banquete para gaviotas, zopilotes y otras especies de pájaros.
Buenas olas
Aunque en cierta época del año en Marsella se producen olas de buena altura para surfear, los residentes de esta playa prefieren que este lugar conserve la tranquilidad y la paz que hasta el momento han disfrutado, por eso aquí casi no se escucha la trepidante música que impera en playas atestadas de surfistas y veraneantes de todo el mundo.
En playa Marsella hay pocos hoteles y restaurantes. Uno de ellos es hotel Villa Mar, frente al estero, con ocho habitaciones, AA y servicio de restaurante. De este hotel se organizan excursiones a otras costas, expediciones de avistamiento de ballenas, pesca deportiva y otras actividades acuáticas.
Otro lugar para dormir y comer en Marsella es el Marsella Beach Front Resort, ubicado en la parte sur de la bahía, frente al peñón. Este hotel cuenta con habitaciones con AA, wifi, piscina y su propio restaurante, El Secreto de Marsella. Aquí también se ofrecen clases de yoga, alquiler de kayak y tablas de surf.
Marvin Araica, administrador del local, indicó que lo que más le gusta a la gente que viene a esta playa es el silencio y la tranquilidad, así como cruzar en kayak a la islita, donde pueden disfrutar de vistas impresionantes de toda la bahía y costas vecinas, además del aire fresco que allí impera.
Para comer también está el restaurante Rancho Marsella, que ofrece como plato especial longorón o concha de mar, camarón, langosta, pulpo, arroz marinero, pastas, res, pollo, entre otros.
Antes Maderas
Unos seis kilómetros adelante se encuentra playa Mathilda, también encerrada en una bahía, pero más tranquila que Marsella.
En esta playa casi todo conspira para la tranquilidad de los visitantes, pues aquí las casas de verano se encuentran en medio de una pequeña arboleda de maderos, razón por la que esta playa antes era conocida como Maderas, pero sus vecinos del sur se tomaron ese nombre para su playa, según explica doña Matilde Caldera, propietaria del camping Matilda’s, ubicado en la parte norte de la bahía.
Al respecto, existe confusión con el nombre de esta playa, pues, según dice Álvaro Villatoro, el nombre original de esta playa era Maderas, pero con el tiempo ese nombre se lo adjudicó una playa cercana y esta costa se empezó a conocer como Mathilda. La confusión parece que empezó cuando Google identificó esta bahía como playa Mathilda debido a la fama del hostal de doña Matilde, razón por la cual ahora es conocida indistintamente como playa Mathilda o Majagual, este último nombre porque quedó en la mente de la gente la idea de que playa Maderas era vecina de playa Majagual.
Esta es una playa de aguas calmas y ambiente tranquilo, ideal para las personas que desean relajarse y descansar del calor y ruido de la ciudad, degustar platillos a base de mariscos y pescado o simplemente deleitarse con una buena lectura.
Para dormir cuenta con el hostal Mathilda, que tiene precios módicos en sus originales habitaciones de metro y medio de alto, ubicadas en el patio de la casa. También está el hospedaje Gloria, con sus cinco habitaciones disponibles.
Por la comida no hay problema, pues en el restaurante Juanita’s Quichen ofrecen un menú a base de filete de dorado, pollo frito, hamburguesas y pescado entero.
Oasis de paz
La playa Majagual se encuentra contiguo a Mathilda. Es una bahía extensa con una costa amplia de arena finísima, a la cual no hay acceso en vehículos, pero sí se puede llegar caminando unos doscientos metros.
En esta playa no existe ningún hotel ni restaurante, por lo que es frecuentada por personas que buscan la soledad y la tranquilidad para meditar, bañarse en sus heladas aguas, caminar por su costa o esperar la hora del crepúsculo para observar en compañía o solitario la puesta del sol sobre la raya imaginaria del horizonte. En Majagual, las olas son calmas, lo que permite la práctica de kayak, buceo, pesca deportiva, natación, entre otras.
“Me gusta mucho esta playa porque es bonita y tranquila”, expresó Vanesa, una joven alemana que disfrutaba de la puesta del sol en compañía de su novio.
Por su parte, Heiko Lenner, con su esposa, también de origen alemán, se mostró contento disfrutando de una apacible tarde en esta playa. Tomado de nuevo diario de Nicaragua 

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