domingo, 21 de septiembre de 2014

21 DE SEPTIEMBRE PRIMAVERA EN EL SUR


“La primera lluvia cálida de la primavera había caído la víspera. La hierba verdecía en las junturas de los
adoquines. En los parques, los abedules se habían adornado con frondas verdeantes; los cerezos de monte y los álamos estiraban sus hojas alargadas y olorosas. En las casas y en las tiendas limpiaban los cristales. Nejludov se sentó cerca de la ventana y se puso a mirar y a escuchar. El soplo fresco de la primavera, que levantaba sus cabellos sobre la frente humedecida por el sudor, y al mismo tiempo los cuadrados de papel colocados sobre el alféizar de la ventana, le traía un olor sano de tierra recién removida.
"En vano los hombres, amontonados por centenares y miles sobre una estrecha extensión, procuraban mutilar la tierra sobre la cual se apretujaban; en vano la cubrían de piedras a fin de que nada pudiese germinar en ella; en vano arrancaban todas las briznas de hierba y ensuciaban el aire con el carbón y el petróleo; en vano cortaban los árboles y ponían en fuga a los animales y a los pájaros; la primavera era la primavera, incluso en la ciudad. El sol calentaba, brotaba la hierba y verdeaba en todos los sitios donde no la habían arrancado, tanto en los céspedes de los jardines como entre las grietas del pavimento; los chopos, los álamos y los cerezos desplegaban sus brillantes y perfumadas hojas; los tilos hinchaban sus botones a punto de abrirse; las grajos, los gorriones y las palomas trabajaban gozosamente en sus nidos, y las moscas, calentadas por el sol, bordoneaban en las paredes. Todo estaba radiante. Únicamente los hombres, los adultos, continuaban atormentándose y tendiéndose trampas mutuamente. Consideraban que no era aquella mañana de primavera, aquella belleza divina del mundo creado para la felicidad de todos los seres vivientes, belleza que predisponía a la paz, a la unión y al amor, lo que era sagrado e importante; lo importante para ellos era imaginar el mayor número posible de medios para convertirse en amos los unos de los otros".
León Tolstoi, “Resurrección”, novela, 1899 TOMADO DE ENVÍO DE ANTONIO ELVIO BRAILOVSKY  - CUADRO "PRIMAVERA" MONET 1886 

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