viernes, 31 de octubre de 2014

PASTOS EN ROLO PARA ALIMENTAR VACUNOS


IMPORTANCIA DE ROLLOS Y FARDOS EN LA NUTRICIÓN GANADERA
Los henos se caracterizan por su alto tenor de materia seca, alrededor del 87%. Los procedentes de leguminosas son además ricos en proteínas, resultando los de alfalfas los más solícitos en merito a su gran calidad forrajera y reconocida palatabilidad. Por: José Pedro Rinaudo Los forrajes conservados cumplen diferentes roles en la alimentación del ganado; además de ser una solución para superar baches donde escasea el pasto, resultan muy importantes recursos para equilibrar las dietas durante todo el año, posibilitando incrementar la carga animal de los establecimientos ganaderos.
La fibra es uno de los componentes principales de la dieta para la vaca lechera. Favorece una buena mezcla de los alimentos en el rúmen, estimula la rumia y la producción de saliva que permite regular la acidez ruminal. Un buen ambiente ruminal se reflejará en una mayor concentración de grasa butirosa. En la alimentación de los rodeos en nuestro país, el heno ocupa un lugar muy importante. Cabe señalar que rollos-fardos constituyen una fuente primaria de fibra y desempeñan una función trascendental en la manutención del ganado bovino. Cuando consideramos la nutrición de los vacunos, se impone destacar que la fibra reduce las posibilidades de empaste, evita diarreas en dietas muy húmedas, favorece la rumia y el flujo de la saliva y, mejora la utilización de la suplementación con concentrados. Resultando insustituible en alimentación en base a sueros o permeados de suero. La fibra es un sustento elemental en las raciones de las vacas, razón por la cual que cuando está ausente o se provee en dosis insuficientes es habitual se originen inconvenientes metabólicos.
Los henos se caracterizan por su alto tenor de materia seca, alrededor del 87%. Los procedentes de leguminosas son además ricos en proteínas, resultando los de alfalfas los más solícitos en merito a su gran calidad forrajera y reconocida palatabilidad. En el otro extremo se ubican los provenientes de rastrojos de cosecha, dado su baja calidad nutricia; su utilización solo se justifica en períodos de escasa oferta forrajera, o para suministrarle a determinada categoría animal de inferior requerimiento.
En el vademécum de cultivos aptos para henificar ocupan su lugar la moha y el mijo. La moha es una especie de ciclo muy corto, el que se los cortes de realizan entre los 50 – 60 días de la siembra, se realiza su procesamiento con las plantas en prepanojamiento o panojadas (sin granos).
La soja también puede ser conservada como silaje o heno. En su haber contabiliza el alto rendimiento de forraje de muy buena calidad, destacado por elevado tenor de proteínas y digestibilidad. A tal efecto los indicados son grupos altos, los que deben ser implantados con la misma densidad y metodología que los sembrados para cosecha de granos. Distintas son las causas que intervienen en la calidad del heno: especie y variedad forrajera, estado fisiológico de la planta, fertilidad del lote, condiciones climáticas imperantes durante el corte, secado a campo y cosecha, presencia y cantidad de malezas en el cultivo, daños ocasionados por insectos y enfermedades de las plantas, operación de corte, hilerado y/o enfardado y, almacenamiento. Corresponde puntualizar que praderas de excelente aptitud, pueden derivar en henos de muy mala calidad, si no son elaborados adecuadamente tomado de envío de pregón agropecuario 

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