domingo, 22 de febrero de 2015

NO SOLO LA CAZA DETERIORA EL AMBIENTE opinión


La cacería, el chivo expiatorio de nuestro problema ambiental Juan Pérez / Articulista | Qué fácil y práctico resulta atacar a la cacería y a los cazadores legales, para justificar ante una parte de la opinión pública que se están tomando acciones en pro del medio ambiente. Resulta irónico que mientras las personas que cumplen con todos los requisitos que las leyes de Nicaragua piden para actuar en un marco de legalidad y que se pueda desarrollar la libre empresa, en este caso las touroperadoras cinegéticas, son precisamente estas y a los cazadores legales, a quien de una manera desmedida, maliciosa y mal intencionada, se les ataca casi como a unos criminales. En pleno siglo XXI, en un mundo donde todos los días se hacen campañas y grandes esfuerzos para tratar de sensibilizar y crear tolerancia hacia grupos minoritarios, llámese estos de carácter religioso, sexual, ideológico, culturales y de cualquier otro tipo, donde cada quien es libre de pensar y actuar de la manera que mejor le parezca, aun cuando no sea del todo comprendido o aceptado por la mayoría. La cacería de inmediato es criminalizada, satanizada y se crea un revuelo de sensibilidad casi enfermizo, pero la doble moral, de muchas de estas mismas personas en temas como el aborto, es totalmente contraria, para ellos es horrible y terrible matar una paloma, pero no es horrible y no es absolutamente criminal abortar, entonces a qué jugamos en este país. El poeta y prosista español Antonio Machado expresaba lo siguiente: “Todo lo que se ignora, se desprecia”, y es precisamente esto lo que no permite, o no ha permitido, una reflexión técnica de asuntos como la cacería y otros temas ambientales. Siempre parece que hay una única verdad y solo un tipo de opinión, y es precisamente el de la mayoría que no conoce de lo que está hablando, y que sus acciones son productos de sensibilidades de novela y no tienen ningún estudio técnico, menos un argumento válido y solo reaccionan de manera radical, lo que imposibilita de manera seria poder desarrollar una legislación técnica y no pasional. Cualquier estudiante de biología, de ecología o de cualquier otra carrera afín, sabe que en la cadena de daño ambiental primero está la tala de bosques, los desastres naturales como los huracanes, las inundaciones o las erupciones volcánicas, quemas, la destrucción de suelos boscosos para siembra y ganadería, la contaminación, la basura que a diario arrojan miles de personas, la cacería de subsistencia, la ilegal y de manera muy debatible la cacería sustentable. Si nos basamos en un documento que se llama “Recopilación de la Información sobre la Biodiversidad de Nicaragua”, de Ricardo Rueda Pereira, del 31 de enero del 2007, auspiciado por la UNAN-León, Norwegian Ministry of Foreing Affairs e INBIO, Costa Rica; las estimaciones en este documento, efectuadas por el Marena, dice que pueden existir en Nicaragua unas 9 mil especies de plantas y unas 262 mil especies de animales. Si tomamos en cuenta el cuadro de vedas, que publica el Marena, para el 2014, se dividen en indefinidas, para aquellas especies en peligro y las parciales para las especies que no están en peligro, se podrían aprovechar para el consumo, la cacería, la pesca, la extracción y otros, 56 especies de las 262 mil que existen, lo que equivaldría a un 0.0002% de nuestras especies y si tomamos en cuenta que a los cazadores les interesa para aprovechamiento controlado, unas 26 especies. Esto equivaldría a 0.0001% del total de nuestra fauna y flora. Cuando se tala y se quema el bosque desaparecen el 100% de las especies, muy poco se habla de esto, tampoco se habla de las mafias madereras, de los tomatierras y de las mafias de tráfico de tierras, que ocurre precisamente en las áreas protegidas y parques nacionales como Bosawas y río Indio-Maíz. Por esas cosas que no se dicen, pero que son perjudiciales, deberíamos dejar de ser hipócritas y realmente enfocarnos en evitar que 60 mil hectáreas de bosques al año y las 262 mil especies que habitan en ellas, desaparezcan para siempre. “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”, dijo Albert Einstein. TOMADO DE NUEVO DIARIO DE NICARAGUA 

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