viernes, 31 de julio de 2015

EL ASESINO DEL LEÓN CECIL

 El asesino del león Cecil Difícil imaginar qué se siente: empuña el rifle; define el blanco a través de la mira; afina el pulso. Allá a lo lejos, un animal desprevenido. Un animal como cualquiera, que igual al que lo tiene en la mira, requirió 4.600 millones de años para estar allí a esa hora.
No sabe que tiene los segundos contados. El rifle lo empuña alguien a quien la muerte proporciona placer, le permite alardear, sentirse pleno por matar a quien no le causaba ningún problema.
Así mataron a Cecil, el emblemático león de Zimbawe. Lo mató un odontólogo gringo ayudado por guías que se vendieron por un puñado de dólares. Claro que el sadismo fue mayor: quedó herido por una flecha y durante 40 horas agonizó mientras su victimario lo perseguía para propinarle la estocada final. Moría sin saber qué hizo de mal.
¿Qué se sentirá acabar así con otra vida? Walter Palmer, el cazador, explicó que ama su actividad y ‘la ejerce responsablemente’. Estremece. Ha sido la visión antropocéntrica reinante del mundo.
Fue Cecil, pero sucede por todo el planeta: muerte a cambio de ego, o de dinero que pronto se acabará, como se han acabado muchas especies y otras siguen ese camino. Del rinoceronte blanco quedan solo 4 individuos tras morir esta semana uno. La caza los exterminó.
Cecil era parte de un proyecto de investigación para conocer más de los leones. Palmer no solo lo mató a él: mató su grupo. La muerte de un macho, según David Macdonald, de Wildlife Conservation en la Universidad de Oxford, quien participa en la investigación, afecta la coalición de la que era parte. Los machos que llegarán matarán los cachorros para imponerse.
“Una conclusión simple es que un león menos es solo un león menos. La realidad es que un león menos puede derivar en la muerte de muchos otros y en la remodelación de su espacio y organización”.
Como cuando en nuestras carreteras exhiben para la venta monos, aves, reptiles apartados a la brava de su medio; solo serán objetos decorativos en la casa de los compradores mientras el grupo del animal sufre su ausencia
O como cuando taurinos y galleros disfrutan con la tortura animal mientras beben o apuestan. El dentista, plácido andará hablando a sus pacientes de su hombría y tino. El taurino y gallero dirán que este o aquel toro o gallo pagó la tarde.
Ahora Cecil será el símbolo de la vida, un aliento para quienes la defienden.

¿Qué se sentirá matar así?.
RAMIRO VELASQUES GOMEZ   - TOMADO DE EL COLOMBIANO 

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