LA RESPONSABILIDAD
POLÍTICA EN EL COLAPSO DE NUESTRO PLANETA
Por Roberto Savio *
Roma, diciembre 2017 - El 20 de diciembre, los 28 Ministros
de Medio Ambiente de la Unión Europea
(UE) se reunieron en Bruselas para
discutir el plan de reducción de emisiones preparado por la Comisión, para
cumplir con el Acuerdo de París sobre cambio climático. Pues bien, lo que está claro (es) que hemos perdido la
batalla para mantener el planeta tal como lo conocemos. Por supuesto, esto
puede ser considerado como mi subjetiva opinión personal.
Por lo tanto, voy a proporcionar muchos datos, historia y
hechos para ser concreto. Los datos y
los hechos tienen un apreciable valor: son útiles para todos los debates,
mientras que las ideas no. Entonces, si a Ud. no le gustan los hechos, por
favor deje de leer aquí. Usted se librará
de un artículo aburrido, como probablemente todos los míos, porque no
estoy tratando de entretener, sino de crear conciencia. Además, si deja de
leer, se ahorrará la oportunidad de conocer nuestro triste destino.
Como es usual ahora en política, los intereses se anteponen
a los valores y la visión. Los ministros decidieron (con alguna resistencia de
Dinamarca y Portugal), reducir el compromiso de Europa. Esto va al encuentro de
Donald Trump, que abandonó el Acuerdo de París, para privilegiar los intereses
estadounidenses, sin ninguna atención al planeta. Por lo tanto, Europa simplemente está siguiéndole.
Por supuesto, los que estamos vivos ahora no pagaremos nada:
las próximas generaciones serán las víctimas de un mundo cada vez más
inhóspito. Pocas de las personas que en 2015
asumieron en París compromisos solemnes en nombre de toda la humanidad
para salvar el planeta, estarán vivos dentro de 30 años, cuando el cambio se
vuelva irreversible. Y será también evidente que los seres humanos somos los
únicos animales que no defendemos ni protegemos nuestro hábitat.
En primer lugar, el Acuerdo de París fue adoptado por los
195 países participantes, de los cuales 171 ya han suscrito el tratado, en sólo
dos años, lo cual está muy bien, excepto que el tratado es solo una colección
de buenos deseos, sin ningún compromiso concreto. Para empezar, no establece
compromisos específicos y verificables. Cada país decidirá sus propios
objetivos y será responsable de su implementación. Es como pedir a todos los
ciudadanos de un país que decidan cuántos impuestos quieren pagar y que si no
los pagan, no hay ninguna sanción.
En París en 2015 Europa se comprometió a llegar a utilizar
el 27% de energías renovables (reduciendo el uso de energías fósiles), fijando
un objetivo del 20% para el 2020. Pero, del 27%, bajó al 24,3%. Además, los
ministros decidieron mantener los subsidios para la industria de energías
fósiles hasta el 2030 en lugar del 2020, como estaba previsto. Y aunque la
propuesta de la Comisión era que las plantas de energías fósiles perderían los
subsidios si no reducían sus emisiones a 500 gramos de CO2 por tonelada para el
2020, los ministros extendieron los subsidios hasta el 2025.
Por último, la Comisión propuso reducir los biocombustibles
(a base de productos de consumo humano, como el aceite de palma) al 3,8%. Así,
los ministros, contrariamente a todas sus declaraciones sobre la lucha contra
el hambre en el mundo, decidieron duplicarlo, al 7%.
Now let us go back to the real flaw of the Paris Agreement.
Scientists took two decades to conclude with certitude that climate change is
caused by human activities, despite a strong and well financed fight by the
coal and fuel industry, to say otherwise. The International Panel on Climate
Change, is an organization under the auspices of the UN, whose members are 194
countries, but its strength comes from the more than 2.000 scientists from 154
countries who work together on climate.
Volvamos ahora al principal defecto del acuerdo de París.
Los científicos tardaron dos décadas para concluir con certeza que el cambio
climático es causado por las actividades humanas, a pesar de una fuerte
oposición, bien financiada por la industria del carbón y del petróleo, que
sostenía lo contrario.
El Panel Internacional sobre Cambio Climático, es una
organización bajo los auspicios de la ONU, cuyos miembros son 194 países, pero
su fortaleza proviene de los más de 2.000 científicos de 154 países que
trabajan juntos en el tema del clima.
El debate se prolongó desde 1988 --cuando se estableció el
IPCC-- hasta 2013, cuando llegaron a una conclusión definitiva: la única manera
de detener el rápido deterioro del planeta, consiste en impedir que las
emisiones superen los 1,5 grados centígrados sobre la temperatura de la Tierra
en 1850. En otras palabras, nuestro planeta ya está deteriorado, y no podemos
volver atrás. Hemos quemado demasiada gasolina y emitido demasiados gases
contaminantes, que ya están actuando. Pero si detenemos este proceso, aunque
nunca podremos cancelar el daño ya causado, que durará algunos miles de años,
podemos estabilizar el planeta.
Se considera que la revolución industrial comenzó en 1746,
cuando las usinas industriales reemplazaron a los tejedores individuales. Pero
comenzó a gran escala en la segunda mitad del siglo XIX, con la segunda
revolución industrial. Esto implicó el uso de la ciencia en la producción,
inventando motores, ferrocarriles, creando fábricas y otros medios de
producción industrial.
Empezamos a registrar las temperaturas en 1850, cuando
aparecieron los termómetros. De esta forma,
podemos verificar cómo el carbón, los fósiles y otros combustibles
comenzaron a interactuar con la atmósfera.
Lo que concluyeron los científicos fue que si superamos los
1,5 grados centígrados con respecto a la temperatura de 1850, cruzaremos
irreversiblemente una línea roja: no podremos modificar la tendencia, y el
clima quedará fuera de control, con dramáticas consecuencias para el planeta.
La conferencia de París es el acto final de un proceso que
comenzó en Río de Janeiro en 1992, con la Conferencia sobre Medio Ambiente y
Desarrollo, donde dos líderes ya fallecidos, Boutros Ghali y Maurice Strong,
llevaron a cabo la primera cumbre de jefes de Estado sobre el problema del
medio ambiente.
Por cierto, vale la pena recordar que Strong, un hombre que
dedicó toda su vida a los problemas del medio ambiente, por primera vez abrió
la conferencia a los representantes de la sociedad civil, además de las delegaciones gubernamentales. Más de
20,000 organizaciones, académicos y activistas viajaron a Río, iniciando la
creación de una sociedad civil global reconocida por la comunidad
internacional.
A diferencia de Kioto, se suponía que París sería un acuerdo
realmente global, con el fin de incluir la mayor cantidad de países posible. Es
un secreto sucio poco conocido que la ONU decidió poner como objetivo no los
muy ajustados 1,5 grados centígrados, sino los más apetecibles 2 grados
centígrados. Pero desafortunadamente, el consenso es que ya hemos superado los
1,5 grados centígrados. Y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) ha estimado que los compromisos asumidos por los países en
París, si no cambian, nos llevarán a 6 grados centígrados, un aumento que según
la comunidad científica haría inhabitable una gran parte de nuestro planeta.
De hecho, en los últimos cuatro años registramos los veranos
más calurosos desde 1850. En 2017 tenemos el récord de emisiones en la
historia, que han alcanzado 41.5 giga toneladas. De ellos, 90% proviene de
actividades relacionadas con los humanos, mientras que las energías renovables
(cuyo costo ahora se ha vuelto competitivo con respecto a las energías
fósiles), todavía cubren solo el 18% de la energía consumida en el mund
Hablaremos ahora de otro secreto sucio importante.
Mientras discutimos sobre cómo reducir el uso de fósiles,
estamos haciendo lo contrario. En este momento, gastamos 10 millones de dólares
por minuto para subsidiar la industria de los fósiles.
Según la ONU, solo considerando los subsidios directos,
estos se sitúan entre 775 mil millones de dólares a 1 billón de dólares. La
cifra oficial solo en el G20 es de 444 mil millones. El Fondo Monetario
Internacional ya ha aceptado la opinión de economistas que sostienen que los
subsidios no son solo dinero en efectivo: es el uso de la tierra y la sociedad,
así como la destrucción del suelo, el uso del agua, los aranceles políticos
(las llamadas externalidades, el costo que existe, pero que no está incluido en
el balance de las empresas). Si tenemos en cuenta esto, llegamos a la friolera de 5.3 billones: fueron 4.9
billones en 2013. Eso representa el 6.5% del Producto Bruto global y eso es lo
que les cuesta usar energías fósiles a los gobiernos, a la sociedad y a la
tierra.
Este hecho no ha sido difundido por los medios de
comunicación. Pocos conocen la fuerza de la industria de los fósiles. Trump
quiere reabrir las minas de carbón, no solo porque esto atrae los votos de
aquellos que perdieron un trabajo obsoleto, sino porque la industria de los
fósiles financia el Partido Republicano. Los multimillonarios hermanos Koch,
los mayores propietarios de minas de carbón de Estados Unidos, declararon haber
"invertido" 800 millones de dólares en la última campaña
presidencial.
Algunos podrían decir que estas cosas suceden en Estados
Unidos, pero de acuerdo con la respetada organización Transparencia Internacional,
en Europa hay más de 40.000 lobistas que actúan para ejercer influencia
política. El Observatorio Corporativo de Europa, que estudia el sector
financiero, descubrió que estos grupos de presión gastan 120 millones de euros
(143 millones de dólares) al año en Bruselas y emplea a 1.700 cabilderos. Se
estableció que presionan sin respetar las normas legales, con más de 700
organizaciones, superando siete veces el número de sindicatos y organizaciones
de la sociedad civil.
El poder de la industria de
fósiles explica por qué en 2009 los gobiernos ayudaron al sector con 557
mil millones de dólares, mientras que
toda la industria de las energías renovables recibió solo entre 43 y 46 mil millones de dólares, según
estimaciones de la Agencia Internacional de Energía.
Está claro que los ciudadanos no tienen idea de que una
parte de su dinero está manteniendo con vida y con mucho lucro a una industria
clave en la destrucción de nuestro planeta, que sabe muy bien que hemos
superado las 400 partes por millón de CO2 en la atmósfera, cuando la línea roja
había sido establecida en 350 ppm. Pero la gente no lo sabe, y así continúa
esta espectacular fiesta de hipocresía.
En 2015, la ONU realizó una amplia encuesta donde
participaron 9,7 millones de personas. Se les pidió que eligieran como
prioridades seis de 16 asuntos. El
primer elegido, con 6.5 millones de preferencias, fue "una buena
educación". El segundo y el tercero, con más de 5 millones de
preferencias, fueron "un mejor sistema de salud" y "mejores oportunidades
de trabajo".
El último de los 16 temas, con menos de 2 millones, fue el
"cambio climático", que también resultó último en las preferencias de
los países pobres, pese a que serán las principales víctimas del cambio
climático. Los 4,3 millones de participantes, de los países más pobres,
pusieron en primer lugar la educación (3 millones de preferencias); el cambio
climático fue el último, con 561.000 votos... Ni siquiera en Polinesia,
Micronesia y Melanesia, cuyas islas están por desaparecer, el cambio climático
apareció en primer lugar. Esta es una
prueba contundente de que las personas no se dan cuenta de que hemos
llegado al umbral de la supervivencia de nuestro planeta tal como lo conocemos
desde hace miles de años.
Por lo tanto, si los ciudadanos no están conscientes y no
están preocupados, ¿por qué lo habrían de estar sus políticos? La respuesta es
porque son elegidos por los ciudadanos para representar sus intereses y no
pueden tomar decisiones fundamentales ¿Cómo suena esto en sus oídos? Cabilderos
luchando por intereses, que se presentan ofreciendo empleos y estabilidad.
Y ahora, expongamos un último secreto sucio, para mostrar
cuán lejos estamos de alcanzar el control de nuestro clima. Además de lo que ya
hemos dicho, hay un tema muy importante que incluso se ha debatido en París:
los acuerdos se refieren exclusivamente a la reducción de las emisiones de la
industria de los fósiles. Otras emisiones se han ignorado por completo.
Un nuevo filme documental, “Cowspiracy: The Sustainability
Secret” (Conspiración: el secreto de la sostenibilidad), producido por Leonardo
di Caprio, https://www.youtube.com/watch? v=JyTFZefMvZ8 , ha clasificado
muchísimos datos sobre el impacto de la ganadería en el cambio climático. Son
considerados de cierta forma exagerados. Pero sus dimensiones son tan grandes
que, de todos modos, añaden otro clavo a nuestro ataúd.
Los animales emiten metano, no emiten CO2, pero el metano es
al menos 25% más dañino que el CO2. La
ONU reconoce que, si bien todos los medios de transporte, desde automóviles
hasta aviones, contribuyen al 13% de las emisiones, las vacas lo hacen en un
18%...
Pero el verdadero problema es el uso del agua, un tema clave
que no tenemos forma de abordar en este artículo. El agua es considerada
incluso por los estrategas militares, como una muy próxima causa de conflictos,
como el petróleo lo ha sido durante mucho tiempo.
Para producir medio kilo de carne se necesitan usa 10.000
litros de agua. ¡Eso significa que una hamburguesa es equivalente a dos meses
de duchas...! Para obtener 1 litro de leche, se necesitan 1000 litros de agua.
Las personas en todo el mundo usan una décima parte de lo que necesitan las
vacas. El ganado usa el 33% de toda el agua disponible y el 45% de la
superficie aprovechable del planeta. Además, es la causa del 91% de la
deforestación de la Amazonía y producen 130 veces más desechos que los seres
humanos.
La cría de cerdos en Holanda está creando serios problemas
porque sus desechos ácidos están reduciendo las tierras utilizables. Y el consumo
de carne está aumentando muy rápidamente en Asia y África, ya que se considera
un objetivo a alcanzar los niveles de consumo de los países ricos.
A este grave impacto en el planeta, se ha unido una fuerte
paradoja de sostenibilidad para la población humana. Actualmente somos 7,590
millones de personas y pronto llegaremos a 9,000 millones. La producción total
de alimentos en el mundo podría nutrir de 13 a 14 mil millones de personas. De
estos alimentos, una parte considerable se desperdicia y no llega a las
personas (tema para un artículo separado). La comida para los animales podría
alimentar a 6 mil millones de personas y tenemos mil millones de personas
muriendo de hambre. Esto prueba lo lejos
que estamos de utilizar los recursos racionalmente para los habitantes de la
Tierra. Tenemos suficientes recursos para todos, pero no los administramos
racionalmente. El número de obesos ha igualado al de las personas que mueren de
hambre.
La solución lógica en esta situación sería llegar a un
acuerdo sobre una gobernanza global, en el interés de un planeta para la
humanidad. Sin embargo, vamos en la
dirección opuesta. El sistema internacional está asediado por el nacionalismo,
que hace cada vez más imposible llegar a soluciones significativas.
Concluyamos con un último ejemplo: sobrepesca. Han pasado
dos décadas desde que la Organización Mundial del Comercio (que no forma parte
de la ONU y se construyó en disparidad con el foro mundial) trata de llegar a
un acuerdo sobre la pesca excesiva con mega redes, que recolectan una enorme
cantidad de peces: 2.7 billones, de los cuales solo se usa una quinta parte y
se botan los cuatro quintos restantes.
En la última conferencia de la OMC celebrada el 13 de
diciembre en Buenos Aires, los gobiernos tampoco pudieron llegar a un acuerdo
sobre cómo limitar la pesca ilícita. Los grandes peces han disminuido el 10% desde 1970. Y estamos
explotando un tercio de todas las reservas. Se estima que la pesca ilegal
coloca entre 10 mil millones y 23 mil millones en el mercado negro, según un
estudio de 17 agencias especializadas, con una lista completa de nombres. Y
nuevamente, los gobiernos gastan 20 mil millones de dólares por año para
financiar el aumento de su industria pesquera... otro ejemplo de cómo los
intereses se anteponen al bien común.
Creo que ahora tenemos suficientes datos para darnos cuenta
de la incapacidad de los gobiernos para tomar en serio sus responsabilidades,
porque disponen de la información necesaria para saber que nos dirigimos hacia
un desastre.
En un mundo normal, la declaración de Trump de que el
control del clima es un cuento chino, y que se inventó contra los intereses de
Estados Unidos, debería haber causado una conmoción global. Además, si bien las
políticas internas de Trump son una cuestión estadounidense, el clima está
afectando a los 7.590 millones de habitantes del planeta, y Trump fue elegido
por menos de una cuarta parte de las personas con derecho a voto de USA:
aproximadamente 63 millones. Demasiado poco para imponer decisiones que afectan
a toda la humanidad.
Actualmente, los
ministros europeos se rigen por un proverbio que dice “el dinero habla y las
ideas murmuran...” Hay muchos que se están preparando para especular sobre el
cambio climático. Ahora que hemos perdido el 70% de hielo del polo norte y las
compañías navieras se preparan a utilizar la Ruta del Norte, lo que reducirá el
costo y la duración del transporte en un 17%. Y la industria vinícola
británica, desde el calentamiento del planeta, está aumentando la producción en 5% cada año.
Los viñedos plantados en el sur de Inglaterra, con un suelo
calcáreo, ahora se los compran los
productores de Champagne, que planean mudarse allí. El Reino Unido ya produce 5
millones de botellas de vino y vinos espumosos, los que se venden todos. Esta
Navidad, el espumante local superará a
los champañas, cavas, prosecco y otras bebidas navideñas tradicionales.
Hemos registrado en vano, el aumento de los huracanes y las
tormentas, también en Europa, y una propagación récord de incendios forestales.
La ONU estima que al menos 800 millones de personas serán desplazadas por el
cambio climático, lo que hará inhabitable varias partes del mundo. ¿A dónde
irán? No a los Estados Unidos ni a Europa, donde son vistos como invasores.
No olvidemos que la crisis siria se produjo después de
cuatro años de sequía (1996-2000) que desplazó a más de un millón de campesinos
a las ciudades. El consiguiente descontento alimentó la guerra, que hasta
ahora contabiliza 400,000 muertos y seis
millones de refugiados. Cuando los ciudadanos se percaten de los daños, será
demasiado tarde. Los científicos piensan que será nítidamente evidente después
de treinta años.
Entonces, ¿por qué nos preocupamos ahora? Ese es un problema
para la próxima generación. Las multinacionales continuarán ganando dinero
hasta el último minuto, con la complicidad de los gobiernos y su apoyo, así
que, aprovechemos la marea del cambio climático.
Vamos a comprar una buena botella de champán británico, para beberlo en una línea de cruceros de lujo
sobre el Polo, y dejemos que la orquesta siga tocando, ¡como lo hizo en el
Titanic hasta el último minuto! Tomado d envio en red foroba
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